martes, 30 de noviembre de 2010

Serengeti I

Era nuestro primer día de safari. Habíamos pasado toda la mañana en Lago Manyara, comido en Ngorongoro, y nos encaminábamos ahora hacia el tercer parque del día, el famoso Serengeti.

Fueron varias horas dando botes dentro del jeep, por una pista de tierra llena de baches, pero al comienzo de cualquier viaje se aguanta todo. La ilusión lo perdona todo y admás es contagiosa.

Estábamos prácticamente solos en medio de una impresionante llanura de la que apenas se divisaban sus límites.



Nos sorprendió una de las primeras lluvias de la temporada. El cielo se cubrió de nubes negras y la luz descendió a niveles mínimos. No son las mejores condiciones para sacar fotos, sobre todo cuando se viaja sin trípode y no te dejan bajar del vehículo. De ahí los pobres resultados que espero mejorar en próximas entregas.

Nos detuvimos un par de veces. La última justo a la entrada del parque.



La tierra está ávida de agua. Un masai espera paciente a que alguien lo lleve. El polvo vuela por todas partes.


Dejamos atrás el área protegida de Ngorongoro y entramos en el Serengeti.

El sol se asoma con timidez y un águila nos observa desde la copa de esta acacia.



Os la acerco un poco por si no la veis bien.


Aún es pronto, pero casi no hay luz. Andamos tras la pista de nuestro primer leopardo y sacrificamos una puesta de sol en la que además hay demasiadas nubes. Otra vez será.


lunes, 15 de noviembre de 2010

Las Cascadas de Agua Azul

Como ya sabéis, en mayo pasado estuve de vacaciones en México, recorriendo el sur del país en busca de ruinas mayas, ciudades coloniales y paisajes. Fueron demasiados kilómetros, en un mes especialmente caluroso, pero mereció la pena el esfuerzo.


Habíamos salido bastante temprano de San Cristóbal de las Casas, porque la carretera hasta Palenque está llena de topes (badenes) y hay que hacerla despacio. El paisaje de Chiapas, muy verde, era completamente diferente al que había visto en 2006 en el norte del país.



Antes de llegar a Palenque, cuando faltaban unos 60km, nos detuvimos en este paraje, espectacular a más no poder. Son las llamadas Cascadas de Agua Azul, que se forman en dos afluentes del río Otulún.



Al ser sábado, había bastante gente refrescándose en estas piscinas naturales de color turquesa.

Están rodeadas de un bosque subtropical muy frondoso. La sombra se agradecía, porque el sol pegaba lo suyo.



La Lonely Planet pedía precaución a la hora de visitarlas, porque a veces se producen asaltos a turistas y porque el área está controlada por los zapatistas, pero yo no tuve ningún problema. Lo único que me recomendó el guía fue que no me internara por senderos solitarios.




Se aconseja ir en época seca, ya que las intensas lluvias les hacen perder ese color tan atractivo.


lunes, 1 de noviembre de 2010

Monreale

Hoy nos vamos de nuevo a Sicilia, a una ciudad que dista pocos kilómetros de Palermo y que merece una visita por su espléndida catedral. Fue construida por Guillermo II, un rey normando que había soñado que allí se encontraba un tesoro oculto por su padre.



El interior de la iglesia está decorado con mosaicos, que cubren casi 6.000 metros cuadrados y para los que se necesitaron más de dos toneladas de oro.





Este claustro forma parte de un monasterio benedictino que se encuentra adosado a la catedral. Son 228 columnas muy bellamente decoradas y muy originales. Yo al menos, no he visto ninguno parecido.






Este claustro forma parte de un monasterio benedictino que se encuentra adosado a la catedral. Son 228 columnas muy bellamente decoradas y muy originales. Yo al menos, no he visto ninguno parecido.

Los capiteles son románicos, del siglo XII.





Los fustes de las columnas también están decorados.


Como podéis ver, tuvimos un día muy soleado.



Algunos detalles más.



Desde aquí pusimos rumbo hacia el sur, recorriendo la costa oeste de Sicilia. Os muestro algunas fotos para que os hagáis una idea y os animéis a visitarla.





Sicilia no acaba aquí, ni mucho menos. Volveremos en más ocasiones.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Nueva Zelanda V: Abel Tasman NP II

Continuamos viaje donde lo habíamos dejado hace unos días y volvemos a subir al barco para seguir deleitándonos con los paisajes de esta preciosa costa.



Y por fin llego a mi destino. Aquí es donde me abandonan, sin darme siquiera un barril de ron con el que consolarme.


Miro al cielo para ver dónde está el sur y me encuentro con esto. Espero que no sean plantas carnívoras.




Me habían dicho que había una senda por alguna parte. Y que hasta un tonto como yo sería capaz de encontrarla…


¡Aquí está!


La costa aparece y desaparece a capricho.




¡¡Taxi!! Creo que no me ha visto.


No sé bien por qué, pero me siento más pequeño que de costumbre.



Ooops, esto no venía en el mapa de la agencia.


Miramos a la derecha, a la izquierda, y al frente otra vez. No se ven cadáveres de excursionistas en el fondo.




El paisaje vuelve a cambiar.


Esa del fondo es la playa en la que me tienen que recoger. Ahora sólo me falta descubrir por dónde se baja. Los alrededores son impenetrables, pero la senda continúa.




Ya falta menos.


Prueba superada. Sólo queda esperar a que vengan a por mí y descansar mientras sube la marea. Rezo para que no se hayan olvidado de mí y me pregunto por qué habré pagado por adelantado.







Bromas aparte, se trata de una ruta muy sencilla de hacer, a la medida de las fuerzas de cada uno y en la que es imposible perderse. Muy recomendable para todos los públicos.